Cuando llegó a la esquina, su compañera no estaba. Yacía desarmado e insignificante el candado que antes la custodiara. En las mañanas, cuando la recogía, Don Darío se decía a sí mismo: "¡ cómo me duele el alma!" . A l llegar y no verla, se dio cuenta de su mentira y se reprochó por decírselo a diario; se enteró por fin que el alma no duele y que su angustia, en realidad era hambre. - No puedo vivir sin la papita. - Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar nunca. Eran algunas de las frases baratas que pasaban por su cabeza en ese momento de filo. Sin embargo, la que más resonó, fue aquella de ese ex-presidente indecoroso: - Trabajar, trabajar y trabajar. ¡Y cuánta ira tuvo! Aún con tanto dicho y memoria, la carreta del reciclaje ya no estaba.
Nació en Itagüí (Antioquia) en 1992. Creció en el constante tránsito entre los barrios 20 de Julio y El Socorro, donde fue provocado, por vez primera, entre grafitis y balaceras, su pensamiento literario. Es antropólogo de la Universidad de Antioquia y profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana. Autor del poemario "La dicha y después de ella".