El cerrojo estalló de repente generando una llama que empezó incinerando la puerta y, con su estruendo, despertando a Jacobo; él se paró incómodo y con el corazón en la mano -como decía su abuela cada que se asustaba por la presencia de los muchachos-, cuando otro estruendo, ahora desde su cuarto, lo ponía en alerta. Ya era la ventana de su habitáculo la que ardía, ¡estaba rodeado! Así que tomó el taburete y lo arrojó estampándolo contra los restos de puerta y, en medio de la balacera, no tuvo más remedio que huir de las llamas cruzando la calle y habitar ese otro lado donde lo único que representaba era enemistad: ya era objetivo militar.
De la práctica de leer y de la práctica de escribir que a continuación relataré, soy el practicante. Avanzaré en procura de responder las maneras del con quién, el cómo, el cuándo, el dónde, el cuánto y el con qué de mis lecturas y escribires en la infancia: un período, por supuesto aproximado, entre mis 5 y mis 12 años de edad. Las maneras del cómo, cuándo, dónde, cuánto y con qué, dependieron del “con quién”, así que empezaré por ofrecer tal respuesta; en otras palabras: Los “con quién” de mis prácticas lectoras y escritoras determinaron las maneras, los momentos, los lugares, las frecuencias y los instrumentos de desarrollo; y no solo porque fueran quienes estaban presentes en momentos específicos del ocurrir de la práctica, sino porque en sí mismos se erigieron como modelos o antimodelos del hacer. Un Día de mi Vida y sus “Con Quién” En primer lugar, se encuentra Josefina del Socorro Flores de Muñetones, mi abuela paterna y quien desde su casa en el ba...
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