Todo lo que no puedo ser,
incluso las prescripciones
a mi movimiento impuestas,
definen mi existencia:
a veces tan extensa y grata
a veces tan extensa y latosa.
Hoy, en efecto
no fui un cardo solitario
deambulando al este,
no fui soledad
aunque solo rodara
sobre mi bicicleta.
Fui un embelese de compañía,
fui yo, exclusivamente yo
y dos Barranqueros
desposados en el camino.
¡Dos Barranqueros!
Que con sus cantares
despojaron toda soledad
ordenada a mi bicicleta.
Ni ellos ni yo,
esta tarde,
habitamos el íngrimo
mundo de la ánimas.
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