Cuando me percaté, una gota de
sangre, pesada, caminaba por el centímetro nueve de los treinta que tenía
esa regla. Tras pestañear, el instrumento
con el que antes se midieron superficies y distancias ya no era más eso, ya era
una cercenadora; yo abrí la boca en una reacción estatua, y tras un
nuevo pestañeo, la gota de sangre abandonó el centímetro treinta y se dejó caer
sobre el uniforme colegial de Alicia. Hoy, ese maestro se revuelca en el
purgatorio mientras extraña a su madre. La regla yace custodiada por los ministros escolares y eventualmente es exhibida sin gallardía. La oreja de Alicia, la misma que pintó de rojo la regla, sigue incompleta.
De la práctica de leer y de la práctica de escribir que a continuación relataré, soy el practicante. Avanzaré en procura de responder las maneras del con quién, el cómo, el cuándo, el dónde, el cuánto y el con qué de mis lecturas y escribires en la infancia: un período, por supuesto aproximado, entre mis 5 y mis 12 años de edad. Las maneras del cómo, cuándo, dónde, cuánto y con qué, dependieron del “con quién”, así que empezaré por ofrecer tal respuesta; en otras palabras: Los “con quién” de mis prácticas lectoras y escritoras determinaron las maneras, los momentos, los lugares, las frecuencias y los instrumentos de desarrollo; y no solo porque fueran quienes estaban presentes en momentos específicos del ocurrir de la práctica, sino porque en sí mismos se erigieron como modelos o antimodelos del hacer. Un Día de mi Vida y sus “Con Quién” En primer lugar, se encuentra Josefina del Socorro Flores de Muñetones, mi abuela paterna y quien desde su casa en el ba...
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